Pintura de Raquel Forner
Vientos del sur me traen la certeza
de una congoja loca aposentada
en el alma, terca va arando grietas
donde antes había hontanar sereno.
Algún día dejaré este desierto
que me sofoca y abruma el aliento,
barbechera que seca la garganta
en cada bocanada del respiro.
Volveré a habitar bajo la sombra
del árbol rozagante de mis sueños
que solitario y triste quedó ayer
en espera vibrante del regreso.
Volveré a respirar por los caminos
de esa tierra idílica que es mi tierra
y que dejé hace tiempo, tan lejana
para nunca olvidar, de tan amada.
En mi lugar, álveo mi torrente,
linfa que invoca mi nombre al retorno,
y como el río que a su cauce vuelve
yo he de volver feliz a mi ventura.
De par en par sus cielos, las montañas,
mi raíz, la familia, los amigos,
el verdor que perfuma las miradas,
sus senderos, la paz, las caminatas.
Todo, todo desde mi lar me llama
porque la tierra es vida y poesía,
es abrevadero que empapa el alma
la dicha que clama en la lejanía.
de una congoja loca aposentada
en el alma, terca va arando grietas
donde antes había hontanar sereno.
Algún día dejaré este desierto
que me sofoca y abruma el aliento,
barbechera que seca la garganta
en cada bocanada del respiro.
Volveré a habitar bajo la sombra
del árbol rozagante de mis sueños
que solitario y triste quedó ayer
en espera vibrante del regreso.
Volveré a respirar por los caminos
de esa tierra idílica que es mi tierra
y que dejé hace tiempo, tan lejana
para nunca olvidar, de tan amada.
En mi lugar, álveo mi torrente,
linfa que invoca mi nombre al retorno,
y como el río que a su cauce vuelve
yo he de volver feliz a mi ventura.
De par en par sus cielos, las montañas,
mi raíz, la familia, los amigos,
el verdor que perfuma las miradas,
sus senderos, la paz, las caminatas.
Todo, todo desde mi lar me llama
porque la tierra es vida y poesía,
es abrevadero que empapa el alma
la dicha que clama en la lejanía.
© - Marysol Salval