- Me gusta el otoño. Su luz serena y envolvente. El sosiego que reemplaza al bullicio veraniego, como si todo se adormeciese un poco y el mundo cayese en un dulce letargo, hacia el sueño profundo del invierno.
Todo se ablanda, se suaviza, el sol no quema, el aire pesa menos. El valle en donde vivo se desprende del verde y se aferra al ámbar y al pardo. Huele a lluvia, a castañas asadas, a leña. Enciendo las primeras estufas, me pongo calcetines, salgo menos de casa, me ocupo más de mi familia, me ovillo en mi cama y leo más.
Me gusta el otoño, ya digo. La pena es que, aquí, es corto: dura poco tiempo, no es lento y perezoso como más al norte, sino un escueto trámite hacia el larguísimo invierno. Por eso me apresuro a disfrutarlo desde antes de que llegue, desde estos luminosos días previos en los que se le intuye con las primeras tormentas, las tibias ventoleras, los violentos y breves aguaceros, las hojas tapizando ya el jardín. Me gusta el recogimiento al que me invita. Y la melancolía que, inevitablemente, me invade en estas fechas.
Disfruto de ella, sí, lo confieso: Igual que me deleito con una buena película de ésas de "mucho llorar". Me subleva el "mandato" social de tener que estar siempre alegre, dinámica, optimista. Yo creo que me gusta el otoño porque me invita a entrar al sitio que más quiero, al mundo de las letras, y me gusta acogerme al refugio que ese mundo me ofrece, a salvo y en buen puerto.
- Marita, te pido un favor. Dedícame un día de otoño. Llevo más de 20 años sin uno solo. ¿Te lo puedes imaginar?
Donde vivo, sólo tenemos estación seca y lluviosa. Las hojas caen de los árboles 2 o 3 veces al año, todo florece también 2 o 3 veces.
La única diferencia es la lluvia o la sequía que ya casi casi está terminando, gracias al Infinito. "Dedícame un día" es simplemente que digas: "Este día es para Milla, y disfrutes del otoño ese día "por las dos".
Yo sé que de algún modo llegarán de este lado todas esas sensaciones y placeres, grandes y pequeños. Gracias por adelantado. :-)
Mira cómo la joven primavera se ha esfumado entre los pétalos de aquellas rosas que, obstinadas, aún intentan retenerla.
Has llegado al otoño y te atraviesa su estar silencioso y su aroma profundo y melancólico.
Estamos juntas, una tenue bruma nos envuelve y como en esta época los días son más cortos, el crepúsculo ya enciende nuestros ojos en el horizonte. Las nubes traviesas nos saludan a lo lejos, y el viento frío que acaricia suavemente entra a nuestros cuerpos en bocanadas y fluye fresco hacia los pulmones. La luz disminuye y eso inevitablemente nos lleva a la introspección.
Estamos juntas, una tenue bruma nos envuelve y como en esta época los días son más cortos, el crepúsculo ya enciende nuestros ojos en el horizonte. Las nubes traviesas nos saludan a lo lejos, y el viento frío que acaricia suavemente entra a nuestros cuerpos en bocanadas y fluye fresco hacia los pulmones. La luz disminuye y eso inevitablemente nos lleva a la introspección.
Se aquieta la mente, se serena el espíritu y silentes, damos paso a la comprensión del lugar que ahora visitas conmigo.
Toma mi mano y caminemos a través de la arboleda, por ese sendero amarillo, alfombrado de hojas, siente cómo crujen bajo nuestros pies.
Los árboles se están desnudando lentamente para entrar en un sereno reposo y, mientras lo hacen, vemos cómo caen las hojas temblorosas agitadas por la brisa. Observa con qué finura se dejan caer y se enmohecen, se tiñen de miles de colores y se convierten en el lecho fecundo sobre el que ahora estamos caminando. Ellas se desprenden suave de su vínculo, y ligeras yacen, dispuestas a nutrir el suelo preparándolo para el nacimiento de nuevas generaciones de su estirpe. El peso de nuestros pasos ayuda a que se cumpla ese proceso natural de muerte hacia la vida.
Los árboles se están desnudando lentamente para entrar en un sereno reposo y, mientras lo hacen, vemos cómo caen las hojas temblorosas agitadas por la brisa. Observa con qué finura se dejan caer y se enmohecen, se tiñen de miles de colores y se convierten en el lecho fecundo sobre el que ahora estamos caminando. Ellas se desprenden suave de su vínculo, y ligeras yacen, dispuestas a nutrir el suelo preparándolo para el nacimiento de nuevas generaciones de su estirpe. El peso de nuestros pasos ayuda a que se cumpla ese proceso natural de muerte hacia la vida.
Los espíritus del bosque nos están acompañando, es el momento de impregnarse de la sabiduría de los árboles y, como ellos, nos desprendemos de las hojas antiguas para dar paso a los nuevos brotes que el futuro traerá.
Estamos alegres, dos amigas en distintos puntos del planeta, hemos abierto nuestros cinco sentidos al misterio que nos ha ofrecido la energía buena del Universo, y celebramos este momento único y simbólico. Damos gracias a la naturaleza por permitirnos disfrutar de la magia de este etéreo encuentro.
Estamos alegres, dos amigas en distintos puntos del planeta, hemos abierto nuestros cinco sentidos al misterio que nos ha ofrecido la energía buena del Universo, y celebramos este momento único y simbólico. Damos gracias a la naturaleza por permitirnos disfrutar de la magia de este etéreo encuentro.
- Amiga... que sonido más hermoso tiene la palabra ¿no crees?
Ya repuesta del shock (necesité casi 24 horas), espero la hora mágica (entre 5 y 6 de la tarde) y corro a tu blog....
Aquí estoy, jadeando, feliz, emocionada, agradecida, todo a la vez. Tomo tu mano de seda, de aire y de fuego, la misma con que comenzaste a escribir, mucho antes de que hubiera teclados, mucho antes de que pudiéramos siquiera imaginar que algo como estas pantallas, tan sólidas y a la vez tan mágicas frente a nuestros ojos, tan parecidas al espejo de Alicia en el País de las Maravillas, nos iba a permitir ser testigos y protagonistas de hechizos como el que acabas de conjurar.
Y a través de ese contacto que se lleva a cabo por la magia del acuerdo, el afecto y la comunicación, puedo entonces ver, escuchar, oler, tocar y saborear este día de Otoño en el Sur, al igual que tu presencia en él y en mí, amiga querida.
Estas cosas, lo sabes, no hay forma de agradecerlas con palabras. Yo estoy segura de que hay palabras que nunca llegaron a inventarse, por imposibles. No tiene caso intentarlo. Difícilmente pueda haber otro otoño más hermoso para mí, al menos en esta vida. Milla.
Dedicado a mi querida amiga Milla. (25 de abril de 2009)