
Es casi media noche
y las calles desnudas
soportan la helada
que insensible hiere.
Tragándose poco a poco
a los árboles y edificios
la veo venir nebulosa,
sólo le hacen frente
las lumínicas espadas
las lumínicas espadas
de faroles impávidos.
Quizás debía abrir el vano
y volatilizar con ella,
pero tiritan mis cristales
ante su espectral presencia
y a tiempo detienen
su espesada embestida.
Espía mi intimidad
a sabiendas que estoy sola.
Desde afuera la agorera
intuye un lugar vacante
dentro de mi.
Desde afuera la agorera
intuye un lugar vacante
dentro de mi.
Tan cerca pasa
pretendiendo abarcarlo todo,
pretendiendo abarcarlo todo,
lentamente nigromántica,
pero no me toca,
no me toca.
Marysol Salval
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