Vuelvo sin querer a otros tiempos,
al sur que mis pisadas andaban
de esta tierra mía, ensimismada.
Vuelvo a feraz senda silenciosa
que se contornea cual dama ilusionada,
coquetería y requiebro ribeteando
el flanco complaciente de azul lago
en vaivenes insistentes y encantados.
Mis ojos de verdor se van colmando
y mi mente en paisaje claro avanza,
de pronto se detiene en lontananza
asombrada de quebrada angosta y alta
escarpada de áurea cabellera
empapada por metódica cascada.
A mis espaldas los ancianos pinos
susurrándome oraciones y cantatas
en tanto el viento manso los circunda
de caricias etéricas y aladas.
Y más lejos la montaña pétrea y alba,
un volcán hidalgo de perenne fumarola,
con su canto blanquecino me convoca
a enfundar la memoria en su alta cumbre.
Y más lejos la montaña pétrea y alba,
un volcán hidalgo de perenne fumarola,
con su canto blanquecino me convoca
a enfundar la memoria en su alta cumbre.
¡Qué bonita remembranza
hoy ha tejido mi mirada!
Me dibujo tenue una sonrisa
y un suspiro escapa desde mi alma,
un suspiro furtivo y una senda evocada
lánguidos ambos de ilusión y nostalgia
embargados al gris frente a mi ventana.
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