A por agua vas,
abuela,
al alegre
manantial,
llevas puesto el
delantal
que te cosió la
Marcela,
tu niña escogió la
tela
pa reavivar tu
semblante
y así te vieras
radiante
en toda cosa que
hicieras
y aunque del rancho
salieras
nadie te ciña un desplante.
Tan resuelta eres,
abuela,
mujer sencilla y
menuda
sin embargo eres
tozuda
como si fueras
mozuela,
todo tu brío rebela
que en la campiña
creciste,
en ese lar que
resiste
de enterezas
vivenciales
desde tiempos
memoriales
donde tu humildad
persiste.
Desde el alba hasta el crepúsculo
te ocupas de toda cosa,
pa llá y pa cá, tan airosa
con un esfuerzo minúsculo
tu ser es toíto músculo,
de las fuertes, campesina
de buen astro que ilumina,
no por nada tu taitita
en la pila con bendita
te ha llamado: Valentina.
Me ha dicho tía Cervaria
que la mujer si es sureña
es así desde pequeña
erguida y disciplinaria,
fuerte como la araucaria
pa que dé frutos lustrosos
como haces tú, abuela, briosos,
de pura
cepa indomable
vienes de casta admirable
!Qué genio el tuyo, garboso!
Así me educas,
abuela,
hermosa vieja
incansable,
tu entrega es
inacabable
como el cielo que
constela
estrellas en
duermevela,
tu siega no es
material,
es puro amor, sin
igual
que los tuyos te
profesan
y sin recato te
expresan
anciana firme y
cabal.
Que siempre puedas
decir
¡Mi niña, cómo te
quiero!
sabes a que me
refiero
viejita de mi
sentir
yo no imagino vivir
sin tu cariño
sincero
por eso yo pongo
esmero
pa aprender todo de
ti,
que no suene baladí
¡Abuela yo te venero!
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