Pintura: Mariano Ristori Morakis (Argentino)
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Dada la universalidad del pan, éste debería ser considerado como un símbolo de unidad y de Paz.
En esta época en que se satisfacen instantáneamente casi todas las exigencias, el pan es uno de los pocos alimentos que todavía necesitan planificación, destreza, precisión y paciencia.
Adoro el pan, hay personas a las que les encanta el helado, otros encuentran consuelo en una torta de chocolate o en el pastel de queso, yo me quedo con el pan. Hay algo en su consistencia que al instante me hace sentir feliz, y su aroma me inyecta seguridad. Crujiente y blando a la vez, es una verdadera delicia. Quizá se trate de reminiscencias infantiles de la época vivida junto a mis padres en el hogar familiar.
Por lo que a mí me toca, destapar una canasta de pan en una mesa dispuesta es algo parecido a ver levantarse el telón para que empiece una obra de teatro. No tiene que ser selecto; sólo fresco y bien elaborado, No creo que haya nadie que no experimentara una sensación de bienestar con el vaporcillo que emana de una rebanada de pan recién salido del horno, y cualquiera que lo haya horneado, conoce la satisfacción de medir, mezclar, amasar, aguardar, moldear y, por último, morder ese suculento y maravilloso primer bocado.
El simbolismo del pan es digno de preservarse, no tengo duda de ello.
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