
El baño era la sala de juegos de mis niñas, lo descubrieron desde que eran muy pequeñas. ¿Qué hacían allí?, Ponían a nadar a todas sus barbies, les lavaban el pelo con mi mejor champú y mojaban todas mis toallas. Decoraban la taza como si fuera un pastel, utilizando la crema de afeitar de mi esposo para trazar las letras. Abrían las llaves del bide, y se imaginaban estar debajo de una catarata.
Cuando yo golpeaba la puerta y les gritaba: " ¿Qué están haciendo ahí? ", La respuesta era siempre la misma: "nada". Si una niña está haciendo "nada", mas vale que los padres marquen el número de urgencias. Porque mientras tanto, sale agua por debajo de la puerta, una hermanita pide misericordia, se percibe olor a pelo chamuscado y se escucha un estruendo como miles de caballos en desbandada.
La hora de la comida era otro tema; Cuando yo gritaba: "¡ A comer!", Todas entraban en acción. Una se metía en el closet, otra cogía su caja de juguetes y desaparecía en el patio, y la otra, se quedaba dormida. Cuando lograba sentarlas en la mesa, ellas empezaban a hablar de cosas que le quitaban a una el apetito y el buen humor. Una vez en la misma comida, llegó a mí el rumor de que ciertos alimentos contenían narices de ratas, y oí una descripción de la parte inferior de la lengua, y, a que se parecen los frijoles aplastados cuando se les mira de lejos.
Y que podría decir de la rivalidad entre ellas?...Siempre compitiendo por mi atención:- ¡Mamá! ¡Dile que se calle! El silencio era ensordecedor.- ¿Que se calle? ¡Pero no está hablando!- ¡Está haciendo un ruidito!- Pues yo no oigo nada.- Nunca la oyes; está murmurando de modo que sólo yo la pueda oír.Me incliné hacia la niña. Mi cabello le rozaba los labios, y no oía yo nada.-Mira su cuello - me exigió mi hija - se está moviendo. Le toqué el cuello. Luego le ordené que se callara. -¿ya dejó de hacerlo? - le pregunté a mi hija. Ella sonrió, triunfante.
Cuando salíamos de paseo, mis hijas jugaban un juego llamado " enfurece a mamá".Pasábamos carreteras panorámicas, montañas majestuosas, y dorados sembradíos, y ellas no dejaban de discutir. El otro juego era el intercambio de lugares en el asiento trasero, en un movimiento repentino y desordenado. Nada estaba completo sin la pateadora de asientos, esta pilla daba doscientas pateaduras por minuto detrás del asiento y a lo largo de 100 kilómetros.
Y que decir de la aguafiestas. Precisamente cuando salíamos a la carretera, me pasaba el brazo alrededor del cuello y me decía: "Mami... ¿dejaste abierta al propósito la llave de la manguera del jardín?..A veces la dulce criatura le preguntaba a su hermana "¿Ya le dijiste a mamá del gato que tienes escondido debajo de la cama?"....Yo no menciono en mi currículo que he criado a una familia, pero a veces me pregunto: ¿Solicitaría otra vez el empleo? Ha sido difícil, con muchos detalles desalentadores, pero ha sido un trabajo estable. Sí, Señor, muy estable.
Cuando salíamos de paseo, mis hijas jugaban un juego llamado " enfurece a mamá".Pasábamos carreteras panorámicas, montañas majestuosas, y dorados sembradíos, y ellas no dejaban de discutir. El otro juego era el intercambio de lugares en el asiento trasero, en un movimiento repentino y desordenado. Nada estaba completo sin la pateadora de asientos, esta pilla daba doscientas pateaduras por minuto detrás del asiento y a lo largo de 100 kilómetros.
Y que decir de la aguafiestas. Precisamente cuando salíamos a la carretera, me pasaba el brazo alrededor del cuello y me decía: "Mami... ¿dejaste abierta al propósito la llave de la manguera del jardín?..A veces la dulce criatura le preguntaba a su hermana "¿Ya le dijiste a mamá del gato que tienes escondido debajo de la cama?"....Yo no menciono en mi currículo que he criado a una familia, pero a veces me pregunto: ¿Solicitaría otra vez el empleo? Ha sido difícil, con muchos detalles desalentadores, pero ha sido un trabajo estable. Sí, Señor, muy estable.
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