
¡Oye a tu padre que clama en el silencio!
Y se escuchó a lo lejos el rumor de pena
al sollozar las olas golpeando las piedras,
y el susurro del viento agita mi memoria:
Y se escuchó a lo lejos el rumor de pena
al sollozar las olas golpeando las piedras,
y el susurro del viento agita mi memoria:
¡Es tu voz, es tu voz, es tu voz!
Es la noche oscura que ampara mi existencia,
el misterio en que te escucho con el corazón
y el dolor avanza, todo cae y se curva la vida,
arde el alma en un fuego que parece eterno
desde tu vida dura, desde tu muerte toda.
el misterio en que te escucho con el corazón
y el dolor avanza, todo cae y se curva la vida,
arde el alma en un fuego que parece eterno
desde tu vida dura, desde tu muerte toda.
¡Ah, mi padre! es tu voz sonora y elocuente
de espíritu de lucha, fortaleza y grandeza,
surge desde la tierra y atraviesa distancias
sostenida en un hilo de amor ¡y clama!
Y en el punto exacto donde comienzan los sueños
elevo mi espíritu para encontrarte,
de espíritu de lucha, fortaleza y grandeza,
surge desde la tierra y atraviesa distancias
sostenida en un hilo de amor ¡y clama!
Y en el punto exacto donde comienzan los sueños
elevo mi espíritu para encontrarte,
¡ y te escucho, padre mío, te amo padre mío!
Descansa el follaje de tus dulces ojos viejos
y apaga tu voz, ya ha llegado el momento.
Volarás con alas de viento y no te cansarás,
alcanzarás la cumbre más alta,
tu legado de amor circulará en mis venas
eternamente dueño de ésta inspiración.
A la memoria de mi padre:
eternamente dueño de ésta inspiración.
A la memoria de mi padre:
Eduardo Salazar Córdoba.
03/03/04
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